El síndrome de Peter Pan, a grandes rasgos, es el miedo a crecer o hacerse adulto y, en muchas ocasiones, es sinónimo de inmadurez emocional. Es algo que afecta a personas de todo el mundo y que puede poner en jaque las relaciones sociales o familiares de las personas que lo padecen.

En la entrada de hoy vamos a hablar sobre qué es este síndrome, cuál es su origen, sus síntomas, las causas principales, las consecuencias en la vida diaria y el tratamiento que se utiliza con personas que lo padecen.


¿Qué es el síndrome de Peter Pan? ¿Cuál es su origen?

Peter Pan es un personaje de una obra de teatro creada en 1904. En ella se habla sobre Peter un niño que nunca alcanza la edad adulta y que odia todo lo que tenga que ver con la adultez.

Dan Kiley, un conocido psicólogo, se inspiró en este niño ficticio para escribir un libro titulado: “El síndrome de Peter Pan: los hombres que nunca crecieron”. En él se refería a este síndrome como: personas que nunca llegan a crecer a nivel mental.

Relacionado con lo anterior, es importante destacar que, la edad mental o emocional no tiene nada que ver con la edad biológica. Esto hace que personas de 40 años o más tengan la edad emocional de un adolescente de 16.

Suele afectar a los adultos porque los jóvenes o los adolescentes tienen la licencia de ser inmaduros emocionalmente. Sin embargo, si tu edad biológica ha alcanzado la adultez, pero tus actos reflejan lo contrario, estamos ante un problema.

En resumen, podríamos decir que el síndrome de Peter Pan se relaciona con todas aquellas personas que son inmaduras a nivel emocional. Esto hace que busquen satisfacer sus necesidades personas por encima de las de otras personas adquiriendo un estilo comunicacional agresivo en la mayoría de los casos.

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¿Cuáles son los síntomas del síndrome de Peter Pan?


A continuación, mencionaremos los más importantes:

  • Miedo a la soledad. Son personas que no quieren quedarse solas, aunque, como veremos en el siguiente apartado, puede ser una de las consecuencias.
  • Miedo al compromiso. Evitan comprometerse con otras personas.
  • Baja autoestima. En muchas ocasiones no se conocen a sí mismos y esto hace que puedan tener baja autoestima.
  • Eterna adolescencia. Evitan todo tipo de responsabilidades que tengan que ver con la vida adulta.
  • Poca tolerancia a la frustración. Si algo no sale como ellos esperan se enfadan, hasta tal punto de tener que dejar de lado la tarea en la que estaban.
  • Impulsividad. Como los niños pequeños o los adolescentes, son personas impulsivas que no piensan en las posibles consecuencias de sus actos.
  • Inestabilidad emocional. A nivel emocional no saben cómo se sienten o qué hacer para sentirse mejor. Esto hace que tengan muchas fluctuaciones del estado del ánimo.
  • Mentiras constantes. Para conseguir hacer lo que quieren suelen mentir a personas cercanas.

Además, también se puede presentar la no aceptación de los errores propios, egocentrismo, poca voluntad y autocontrol, poca empatía, enfados injustificados, etc.


¿Cuáles podrían ser las causas de este síndrome?


Las causas pueden ser diversas y la mayoría de ellas tienen el origen en la edad temprana. Esto quiere decir que el estilo educacional que haya recibido la persona será decisivo a la hora de desarrollar este síndrome.

Se conoce que las personas que han tenido una educación permisiva y carente de reglas o límites son más susceptibles de tenerlo. Además, las personas que han estado en el extremo contrario, es decir, niños o adolescentes que han tenido demasiadas responsabilidades para su edad también son susceptibles de padecerlo.

También está relacionado con personas que han sido sobreprotegidas en su adolescencia. Al no poder hacer ciertas cosas a la edad que les tocaba, han decidido hacerlas en su edad adulta.

Otro aspecto a destacar es que aquellas personas que no han desarrollado la tolerancia a la frustración en su niñez, están más predispuestas. Esto es porque los progenitores han podido consentir todo tipo de conductas con tal de frenar el posible sufrimiento de sus hijos.


¿Cuáles son las consecuencias de este síndrome en la vida diaria de las personas?


Las consecuencias, como te imaginarás, podrían ser muchas como, por ejemplo, la soledad o el aislamiento social, crisis de ansiedad, etc. Además, podrían afectar a los diferentes ámbitos de la vida diaria de la persona:

  • Ámbito laboral. Son personas que no suelen mantener durante mucho tiempo el trabajo porque eluden las responsabilidades asociadas a él.
  • Ámbito amoroso. El miedo al compromiso hace que no se quieran comprometer con las personas o no quieran tener relaciones estables.
  • Ámbito familiar. Las discusiones con los familiares más cercanos suelen ser frecuentes por la evitación de situaciones, etc.
  • Ámbito social. Al buscar siempre el beneficio propio dejan un poco de lado las necesidades y deseos de sus allegados. Esto, sin lugar a duda, puede traer serios problemas.

Asimismo, a nivel individual, también puede tener muchas consecuencias, ya que son personas con baja autoestima, inestabilidad emocional, ansiedad, etc.


¿Cuál es el tratamiento del síndrome de Peter pan?

Es importante tener en cuenta que en la mayoría de los casos es necesario hacer una terapia para poder superarlo. La terapia, en la mayoría de los casos se centra en trabajar, entre otras cosas, todo lo siguiente:

  • Establecimiento de objetivos a largo plazo
  • Entrenamiento de habilidades sociales
  • Entrenamiento en resolución de problemas
  • Reestructuración cognitiva
  • Búsqueda de motivaciones
  • Fortalecimiento de la autoestima

En el caso de que seas una persona afectada y hayas llegado hasta aquí siendo capaz de reconocer el problema ya tienes un largo camino recorrido, porque el simple hecho de ser conscientes de la existencia del mismo es una buena señal.

Conclusión

El síndrome de Peter Pan se relaciona con aquellas personas que tienen miedo a crecer y evitan todo lo relacionado con la vida adulta. Esto, en la mayoría de casos, hace que exista afectación de las diferentes áreas de la vida diaria de una persona. Es importante seguir un tratamiento adecuado para poder hacerle frente.