Es evidente que la depresión es una patología muy presente hoy en día, miles de personas la padecen. En España se estima que entre el 5 y el 10% de la población podría tener depresión, es decir, de 2 a 4 millones de personas, no obstante esta cifra podría ascender a 6 millones de personas, puesto que muchos casos no están diagnosticados.

No obstante, el término depresión es muy confuso ya que se utiliza con poca precisión, incluyendo en él, estados de ánimo bajo (hipotimia), negatividad, procesos de duelo y pérdida.... y un largo etcétera que nos puede llevar a equivocaciones más que a arrojar luz sobre este tema.

Por tanto la depresión clínica no es un estado de ánimo negativo, sino un trastorno con entidad propia que podemos definir como: una alteración cognitivo-afectiva que compromete todos y cada uno de los aspectos de la vida. La persona deprimida ve la vida diferente y por tanto se comporta de manera diferente, lo que hace que cambien sus actitudes y comportamiento respecto a cuando no estaba deprimida.

Esa terrible soledad en la que una conciencia estremecida mira por encima del borde del mundo al abismo, frío, fantasmal y sin vida

Bertrand Russel.

Pese a que es una patología compleja y que se manifiesta con algunas diferencias entre las personas que la padecen, la podemos caracterizar por los siguientes síntomas:


SINTOMAS DE LA DEPRESION


  • Estado de ánimo deprimido: Síntoma nuclear de la depresión, que también puede manifestarse como tristeza o pesimismo.
  • Anhedonía: Esto es una pérdida disfrutar o experimentar placer con aquellas actividades que antes lo producían.
  • Apatía: Esto es una desgana, un no tener fuerzas para poder hacer las tareas más cotidianas, lo que supone un sobreesfuerzo para poder acometerlas.
  • Llanto: Es la señal visual más clara para los demás respecto de una persona con depresión. La persona deprimida llora aun cuando la situación sea neutra o incluso agradable.
  • Sensación de cansancio: En esta circunstancia se siente una fatiga mayor de lo habitual y no correspondiente al esfuerzo realizado. Incluso las tareas más livianas pueden convertirse en una “tortura”.
  • Ideas negativas: La persona se siente inmersa en un pesimismo que afecta al pasado, al presente y al futuro llegando a la desesperanza.
  • Dificultades de sueño: El patrón de sueño se desestructura, habitualmente con despertares nocturnos  con dificultad para volver a conciliar el sueño, aunque también pueden aparecer patrones de hipersonmia, es decir, una necesidad exagerada de sueño.
  • Alteraciones del apetito: ya sea por exceso o por defecto, en los procesos depresivos se cambia el patrón de ingesta.
  • Falta de concentración: Esto suele traducirse en despistes o descuidos.
  • Inseguridad: Incluso en situaciones habituales y del día a día se tienen dificultades para tomar decisiones, la persona se siente menos capaz de lo que se sentía antes de estar deprimida.

  • Preocupación excesiva: Los pequeños problemas tienen a exagerarse y darle vueltas a las preocupaciones ocupan un tiempo excesivo.
  • Disminución del interés por las relaciones sociales y sexuales: Las personas deprimidas tienden a aislarse, están menos habladoras, menos comunicativas incluso con aquellas personas de su círculo más íntimo, aun cuando se notan más necesitados de hablar. Por otro lado, las relaciones sentimentales también se ven afectadas desde el punto de vista sexual ya que las personas deprimidas experimentan un descenso en su nivel de excitación.
  • Ideas de muerte: En la depresión la persona tiene deseos de desaparecer, en depresiones leves y moderadas es un deseo de no estar en el aquí y el ahora. En depresiones más graves estos deseos pueden convertirse en planificación suicida e intentos autolíticos.
  • Trastornos somáticos: Dolores musculares, trastornos digestivos, dolores de cabeza que no pueden ser explicados desde una perspectiva orgánica o desde una lesión que los justifique.


A continuación podrás encontrar un ejemplo de trastorno depresivo:

Mario hace tiempo que no se siente bien, se siente muy triste y vacío, en muchas ocasiones se sorprende a si mismo llorando con un sentimiento de desesperación terrible.

Hace tiempo que no queda con amigos, no le apetece salir porque aunque esté con sus amigos su sensación es de estar solo. Apenas hace aquellas cosas de las que antes disfrutaba y le hacían sentir bien, fue dejando los deportes, jugaba al baloncesto y al fútbol, actividades que le gustaban y en las que podía invertir tardes enteras, porque de un tiempo a esta parte no le saca el gusto que tenían antes. Además se siente demasiado cansado durante todo el día como para poder hacer el esfuerzo físico que requiere el deporte. No duerme bien, se despierta durante la noche y le cuesta volver a dormirse y ha perdido el apetito, no tiene ninguna gana de comer.


Ahora se preocupa por muchas cosas que antes no le preocupaban, el trabajo, pequeñas discusiones con su pareja, el encontrarse mal, y se siente inseguro al tomar decisiones incluso en cosas en las que antes no tenia ningún problema.

Ir al trabajo se le hace un mundo, le cuesta concentrarse y comete más errores de los que solía cometer, siente que se despista mucho y por ello necesita más tiempo para realizar sus tareas.

Hay tardes en las que se siente tan mal, que le gustaría desaparecer de la faz de la tierra y algunas veces ha pensado seriamente en acabar con su vida.

Por tanto, es necesario poder diferenciar entre fluctuaciones del estado de ánimo, que se asocian a reacciones normales ante diferentes situaciones de nuestra vida, lo que comúnmente llamamos “estar de bajón” y la depresión como patología, que como vemos en el ejemplo de Mario involucra todos y cada uno de sus ámbitos vitales y los desorganiza.

Cuando están presentes de forma estable estos síntomas, podemos sospechar que estamos ante un proceso depresivo por lo que la ayuda de un profesional es fundamental para poder superarlo.

¿Quieres conocer las causas de la depresión y los factores que facilitan o nos protegen de ella?