Las preocupaciones forman parte de la vida de toda persona. Preocuparnos es un mecanismo que nos ha ayudado a desarrollarnos como especie y sin el cual nuestra vida sería bien distinta.

Imagínate en el parque con tu hijo de 5 años, de repente desaparece y eso no te preocupa, posiblemente no le buscarías. 

Imagínate que un día te levantas y no ves por un ojo pero tampoco te preocupas... posiblemente tampoco irás al médico a hacerte un chequeo y ver que lo ha causado.

Si no nos preocupáramos toda nuestra  sociedad, nuestras relaciones, nuestra manera de hacer las cosas, en definitiva nuestra vida sería muy diferente, no podríamos enfrentar las dificultades que se presentan a lo largo de nuestra vida.

Porque preocuparse forma parte del proceso de resolución de problemas.


Cuando preocuparse se convierte en un problema


Ahora bien, en muchas ocasiones estas preocupaciones no son operativas es decir, no nos ayudan a resolver problemas, sino que ellas mismas se convierten en un problema.

Desde el punto de vista psicológico podemos definir el estado de preocupación como un estado de ánimo orientado hacia el futuro en el que se está dispuesto o preparado para intentar afrontar los acontecimientos negativos venideros. Esto genera un estado emocional negativo, alta activación fisiológica y sensación de incontrolabilidad. En el estado de preocupación la atención se centra en los estímulos que podemos interpretar como amenazas.

CARACTERÍSTICAS DEL ESTADO DE PREOCUPACIÓN

  • Está orientado hacia el futuro en el que anticipamos acontecimientos negativos, es decir, hacemos anticipaciones ansiógenas y catastrofistas.
  • Genera un estado emocional negativo con una alta activación fisiológica, lo que se traduce en inquietud.
  • Genera una sensación de incontrolabilidad. Se desarrolla la percepción de que no se podrán contener las consecuencias negativas.
  • La atención se centra en estímulos relativos a la amenaza, es decir, nuestra atención se centra en comprobar las "señales" que efectivamente son prueba de que la amenaza que anticipamos es real.

preocuparse


Como decíamos antes, el preocuparse es un proceso que hacemos todos los humanos como parte fundamental del proceso de resolución de problemas, pero no todas las personas nos preocupamos de igual manera o el preocuparnos no produce el mismo malestar emocional en todos nosotros.


Características de las personas que se preocupan excesivamente

Las personas que se preocupan de tal manera que sus preocupaciones son una fuente de malestar constante presentan unas características personales reconocibles y específicas.


 1. Tienen buenas capacidades para la resolución de problemas y la búsqueda de soluciones, pero les cuesta ponerlas en práctica.

Las personas que se preocupan demasiado tienen una capacidad extraordinaria para analizar los problemas y desmenuzarlos, también tienen una capacidad excelente para buscar soluciones pero les cuesta ponerlas en marcha para darles solución. Son personas que tienen la atención centrada en los problemas y en darles vueltas en la cabeza. A diferencia de las personas con atención centrada en la solución que analizan el problema, evalúan el tipo de soluciones que podrían poner en marcha y se ponen “manos a la obra”.


2. Tienen intolerancia a la incertidumbre, no toleran bien los estímulos ambiguos y los toman como negativos, por eso tienden a los pensamientos catastrofistas.

Muchas de las situaciones a las que nos enfrentamos son ambiguas, por lo que las podemos interpretar de diferentes manera. La persona preocupada tendrá tendencia a interpretar las situaciones de manera catastrófica.

Por ejemplo que el jefe te llame a su despacho puede ser una de estas situaciones ambiguas, en realidad no sabes para que te llama y puedes interpretarlo de una manera positiva o negativa. Si eres una persona que se preocupa demasiado tenderás a interpretar esa reunión como algo catastrófico, anticipando que el jefe va a criticar un trabajo que has hecho o va a despedirte. En realidad no sabes si quiere hablar del horario de las vacaciones o proponerte un ascenso, pero al ser una situación ambigua tu tendencia será a pensar de manera negativa.

Contando con que la vida tiene muchas situaciones ambiguas que tomarás como amenazas, tenderás a estar normalmente en estado de alerta, con el consiguiente agotamiento psicológico y emocional que eso conlleva.


3. Dan igual valor a las consecuencias probables e improbables.

Aquí, lo que se produce es una confusión entre lo posible y lo probable. Como dice el dicho “todo es posible en esta vida”, esto es cierto, pero no todo es igual de probable. Las personas que se preocupan demasiado, suelen conceder la misma probabilidad de ocurrencia a posibilidades probables o improbables.

Por ejemplo, es posible que cruzando una carretera te atropelle un coche, pero no es probable, porque cuando cruzas una carretera pones métodos de control para que lo catastrófico no ocurra: antes de cruzar verificas que el semáforo esté abierto para peatones y aunque sea así, si el coche que se acerca a ti no aminora la marcha no cruzas.

Todos ponemos métodos de control para que las consecuencias más catastróficas no ocurran, de ahí que sean poco probables.



4. Tienen una percepción distorsionada de su capacidad para controlar problemas.

Podemos dividir los problemas en aquellos sobre los que tenemos control y sobre los que desgraciadamente no lo tenemos. Las personas que se preocupan demasiado, tienen la percepción de que pueden controlar situaciones incluso aunque no tengan ninguna o muy poca influencia en ellas.

Por ejemplo puedes estar muy preocupado porque caer bien a los demás e intentar agradar a todos adaptándote a lo que crees que esperan de ti, sin tener en cuenta que la opinión que generen los demás de ti depende de sus valores, creencias y juicios.

Por otro lado, las personas que se preocupan demasiado perciben que tienen menos capacidad de influencia en aquellos problemas que si pueden gestionar.

Por ejemplo puede preocuparte por desarrollar una enfermedad coronaria y pensar al mismo tiempo que no puedes hacer nada para evitar desarrollarla. Sin darte cuenta que tienes control si empiezas a comer de manera más saludable, dejas de fumar y haces algo de deporte diariamente.

Si te identificas con las características de las personas que se preocupan demasiado y pasas mucho tiempo en tu día a día preocupándote por un sin fin de cosas, quizás es buen momento para comenzar a controlarlas.


Cuando somos capaces de controlar nuestras preocupaciones nuestro nivel de ansiedad se rebaja considerablemente, pudiendo invertir nuestras fuerzas y recursos personales en actividades placenteras que mejoran nuestro estado de ánimo, permitiéndonos disfrutar más de las experiencias  que vivimos y ser más felices.