Toda relación en sus inicios, es una explosión de emociones, donde priman las sensaciones positivas y excitantes y una alta activación fisiológica, que es aquello que conocemos como "mariposas en el estómago".

Esto se produce en lo que llamamos fase de enamoramiento. En esta fase nuestro cuerpo responde y se activa porque la persona que estamos conociendo es "un misterio por descubrir", donde la novedad y la sorpresa es un motor para seguir conociendo a la persona.


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Esta es una fase de grandes satisfacciones, los momentos que se pasan con la pareja son momentos generalmente agradables, se comparten momentos de diversión como son las vacaciones, las salidas de fin de semana donde se realizan actividades divertidas que generan una gran satisfacción. Esta fase continua hasta que se se establecen vínculos profundos.

El final de esta fase da paso a la siguiente que es la que conocemos como la fase de compromiso. En ésta los dos miembros de la pareja tienen voluntad de darle continuidad a la relación.

En esta fase, la novedad y el misterio da paso al conocimiento del otro, que se ha convertido en una persona real, cono sus virtudes y sus defectos.

Ahora la relación ya no es tan excitante en todos los momentos. La pareja tiene que hacer frente a los problemas que se presentan en toda relación y es en estos momentos de conflictos, inconvenientes y situaciones difíciles donde se verá la verdadera fortaleza del vínculo que hemos creado a lo largo de toda la relación.

Veremos si realmente nuestra relación es un vínculo con capacidad de éxito o no, dependiendo de cuáles sean nuestras actitudes y habilidades a la hora de gestionar y hacer frente a las situaciones cotidianas y problemas que puede presentar nuestra relación.

Si nuestras actitudes y nuestras habilidades son negativas, es decir, no nos ayudan a resolver los problemas que como relación tenemos que enfrentar, es muy difícil que esa relación sera exitosa y mucho menos satisfactoria, en estos casos la relación se convierte en una fuente de problemas en sí misma.

Por contra hay parejas que desarrollan cuatro actitudes fundamentales para poder tener una relación satisfactoria.

Veamos en las siguientes líneas cuáles son esas cuatro actitudes que marcan la diferencia entre las parejas exitosas y las parejas conflictivas.


Habilidades comunicativas.

La habilidad comunicativa supone saber expresar al otro aquello que necesitamos, queremos, sentimos y pensamos, de manera honesta, sincera y constructiva, tratando de abrir un canal de comunicación bidireccional dónde ambos pueden hablar de los problemas sin críticas ni reproches.

Una pareja que domina esta habilidad es capaz de hablarse emitiendo los mensajes en el momento oportuno centrando sus argumentos en el presente, emitiéndolos de forma clara y concisa.

No solo dominan el mensaje que quieren dar sino que también dominan las normas básicas de la comunicación. No se interrumpen y respetan los turnos de palabra. Mantienen una escucha activa y solicitan más información si es necesario para entender correctamente el punto de vista de la pareja y lo que es más importante, mantienen un tono amable incluso durante el conflicto.

Por contra, las parejas con una relación insatisfactoria tienen una habilidad comunicativa deficitaria, en la que no dominan los mensajes que quieren dar, los cuales normalmente están "aderezados" con reproches, críticas y recriminaciones. Tampoco dominan las reglas básicas de la comunicación, suelen interrumpirse pisando el argumento del otro, no son capaces de mantener una escucha activa porque se centran en preparar su argumento de defensa y ataque al otro.

Las parejas con buena capacidad para la resolución de problemas saben definir el problema con claridad y brevedad.


Capacidad para resolver problemas.

Otra de las habilidades indispensables es la capacidad para resolver problemas.

En toda relación van a aparecer problemas, incluso las parejas más armoniosas tienen que hacer frente a todo un abanico de problemas. En esto no existe diferencia entre las parejas exitosas y las parejas conflictivas, la diferencia estriba en como unas y otras solucionan los conflictos.

Las parejas con buena capacidad para la resolución de problemas saben definir el problema con claridad y brevedad sabiendo expresar sus emociones y los sentimientos que les genera la presencia del problema a afrontar. Pero, quizás la característica más importante es la capacidad de incluir la autocrítica y asumir su parte de responsabilidad en la aparición del problema. El hecho de que cada uno pueda hacer autocrítica sobre sus propias acciones y actitudes, hacen del problema algo compartido y por tanto también hace que la solución sea compartida.

Esto último es importante puesto que elimina la culpa unidireccional que aparece en las parejas conflictivas a la hora de resolver los problemas. Éstas se centran más en echar la culpa al otro que en buscar su propia responsabilidad y por tanto, también esperan que sea el otro el que solucione el problema al ser "culpa suya".

Dentro de esta habilidad, las parejas exitosas tienen la capacidad de llegar a acuerdos, lo que significa en ocasiones ceder en nuestra postura para poder acercarnos a la postura del otro, haciendo la solución satisfactoria para ambos. Es decir, ambos ceden en sus posturas para alcanzar soluciones.

Por el contrario las parejas no exitosas se mueven en una actitud de ganar o perder, de tener razón o no, y por tanto la negociación no existe porque acercarse a la postura del otro es entendido como un signo de rendición.


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Capacidad para reforzar positivamente al otro.


Otra de las características y actitudes fundamentales de las parejas exitosas es su capacidad para reforzar positivamente al otro.

Podemos establecer tres tipos de refuerzo dentro de la pareja:


Las conductas de apoyo.

Entre estas podemos encontrar las actividades gratificantes para el otro, ayudarle en su trabajo, conversaciones sobre las preocupaciones del otro, etc.

Las expresiones afectivas hacia el otro.

Entre estas encontramos los gestos de afecto como sonreír, acariciar, tocar al otro, etc.

Las expresiones verbales.

En este último grupo encontramos los halagos, los cumplidos, las expresiones de aliento y ánimo.


Las parejas exitosas tienen una alta tasa de reforzadores dentro de su relación mientras que en las parejas no satisfactorias, su tasa de reforzadores es significativamente baja.


Habilidades del día a día.

Y por último y no menos importante, otra de las actitudes que ponen en marcha las parejas exitosas son las habilidades instrumentales que permiten regular la convivencia.

Estas son aquellas normas elaboradas por ambos de forma implícita o explicita a partir de las cuales la pareja sabe cómo actuar en cada momento. Aquí encontramos las reglas o acuerdos que gestionan el reparto de las tareas del hogar, la atención a los hijos, el mantenimiento de la casa, la gestión económica, etc. Es decir, todas aquellas responsabilidades y obligaciones que se generan en la pareja y su convivencia.

Las parejas exitosas saben, conocen y aplican estás reglas reguladoras, pero no solo esto, sino que también son capaces de flexibilizar estas normas para adaptarlas a diferentes situaciones y circunstancias.

Las parejas no exitosas, por contra, no han establecido un cuerpo de reguladores de la convivencia y la relación, o si bien lo han establecido, este cuerpo regulador no es respetado.

Por tanto desarrollar estas cuatro habilidades es fundamental para poder tener una relación de éxito que sea una fuente de satisfacción y de felicidad tanto para nosotros mismos como para nuestras parejas.

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