La pareja es una entidad compleja en la que se desarrollan diversos comportamientos y dinámicas, unas propician un fortalecimiento de la relación y otras no tan positivas, hacen que la relación se debilite.

Ninguna relación está libre de generar comportamientos en ambos sentidos, esto es, dinámicas positivas como la escucha activa, la empatía hacia el otro, la complicidad, el apoyo mutuo, entre otras, y dinámicas negativas como la retirada de atención, la crítica, el bloqueo en la comunicación etc.

Aunque lo ideal sería la eliminación de todos y cada uno de los comportamientos negativos, podemos decir que una relación con buena salud, es aquella que mantiene una elevada tasa de dinámicas positivas y una baja en lo que a negativas se refiere.

A pesar de esto hay una serie de dinámicas que predicen el éxito o el fracaso de una relación independientemente de que se presenten comportamientos positivos en la misma.


DINÁMICAS DE PAREJA NEGATIVAS

LAS CRÍTICAS

Nadie somos perfectos y por tanto nadie está libre de ser criticado por un determinado comportamiento o una acción. Ahora bien, una crítica no es lo mismo que una queja, la diferencia reside en que en una crítica constructiva nos referimos al comportamiento y no a la persona mientras que en una queja se produce un ataque personal.

Por ejemplo no es lo mismo decir a la pareja “cuando llegas tarde y no me avisas me siento mal porque me preocupo” que decir “eres un egoísta que va a lo suyo sin pensar en los demás”. En el primer caso hago referencia a un comportamiento de mi pareja con el que no estoy de acuerdo y se lo hago saber mientras que en el segundo caso, ataco a mi pareja como persona, esto generará en el otro un sentimiento de estar siendo atacado y rechazado, que propiciará que se instaure una dinámica de críticas entre los dos.

EL DESPRECIO

Es uno de los comportamientos más destructivos para una relación. La burla, el sarcasmo, la humillación, el ridiculizar y la infravaloración del otro son ejemplos de desprecio. Cuando exhibimos estas conductas generamos en el otro un sentimiento de frustración, ofensa y falta de respeto que facilitan la instauración de estos comportamientos hostiles de forma repetida.

LA ACTITUD DEFENSIVA

Esta actitud implica no aceptar la postura del otro y responder contraatacando. Por ejemplo un miembro de la pareja le dice al otro: “¿Porqué nunca lavas los platos? “ y el otro responde “No lo hago porque nunca me ayudas”, esto supone trasladar la responsabilidad que tenemos en el conflicto al otro, transmitimos el mensaje de que el problema no es nuestro sino solo tuyo.

La persona a la defensiva no reconoce su parte de responsabilidad en el problema y por tanto no asumirá que tiene capacidad para solucionarlo, simplemente trata de culpar al otro y se victimiza. Esta actitud genera en la otra persona sentimientos de frustración, ira y rechazo.

LA ACTITUD EVASIVA

Esta actitud implica desconexión. Durante un conflicto la actitud evasiva se manifiesta con evasivas, indiferencia, falta de escucha, haciendo otra tarea mientas que el otro está hablando. Esto supone levantar un muro en la comunicación y por tanto una brecha entre los miembros de la pareja, donde la comunicación acabará por extinguirse y por tanto la posibilidad de resolver los problemas.

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