Nuestro país se está viendo arrasado por multitud de incendios este verano. Además del drama que supone la pérdida de masa forestal, cultivos, flora, fauna, edificaciones y desgraciadamente vidas humanas, también tenemos que poner el acento en cómo estos eventos destructivos repercuten en la salud mental de las personas a las que les toca con toda su crudeza.

Todos sentimos tristeza, rabia y dolor ante una pérdida de tal magnitud, sin embargo son las personas que lo viven en primera persona las que se enfrentarán a toda una serie de fenómenos psicológicos derivados de la catástrofe que de forma fortuita se ha instalado en sus vidas.

Me gustaría que me acompañaras en este recorrido emocional, en el que vamos a ver cuáles son las repercusiones emocionales y psicológicas que se producen a raíz de los incendios forestales.

Se desata el incendio.


Ponte en situación, estás en tu casa realizando tus labores cotidianas y ves como una columna de fuego y humo se levanta en las inmediaciones de tu localidad. A la incredulidad le sigue el pánico, ya que empiezas a ser consciente de la envergadura y consecuencias que el fuego trae consigo.

Sientes miedo y ansiedad, porque sientes que estás siendo amenazado y tu mente se pone en modo supervivencia, intentas buscar soluciones pero la amenaza es de tal magnitud que al miedo y la ansiedad se une la impotencia y la frustración.

Desalojo.


Las autoridades te piden que desalojes tu hogar, porque está amenazado por el fuego o porque el humo es peligroso para tu salud. En esa circunstancia se genera estrés, tienes que tomar decisiones rápidamente sobre que es lo que tienes que llevar contigo, que es lo imprescindible y que cosas vas a dejas atrás sabiendo que quizás desaparezcan pasto de las llamas.

Son momentos de ansiedad y angustia.

Espera en la evolución del incendio.


Tras el desalojo te has desplazado a casa de un familiar o a un centro habilitado a la espera de que la situación sea segura y puedas volver a casa. En esta circunstancia es la incertidumbre la que hace acto de presencia. Hay que esperar a que los servicios de extinción puedan contener el incendio y mientras, te sientes en un estado de desasosiego, porque no tienes ninguna certeza de lo que puede estar pasando con lo que hasta ahora era tu forma de vida. No tienes certeza sobre que te vas a encontrar cuando regreses y si tu vida habrá cambiado diametralmente.

Son momentos en los que experimentas un gran abanico de emociones, desde la tristeza por la pérdida que se esta produciendo, la incertidumbre respecto al futuro, la rabia y la ira por ser objeto de una circunstancia que te sobrepasa, la culpa por lo que has dejado atrás, la frustración por no haber podido hacer más de lo que has hecho y la desesperanza.

En estos momentos estás apoyado por los servicios de apoyo en emergencias y crisis que te ayudan a gestionar emocionalmente esta situación a través de la ventilación emocional, te dan apoyo psicológico y te ayudan a prepararte para lo que está por venir.

También tienes el apoyo de tu comunidad, ya que todos os encontráis en la misma situación y eso hace que las estrategias de apoyo mutuo se activen. No te sientes solo en el desánimo, muchos de los que están pasando por lo mismo te consuelan y te aportan esperanza.

Vuelta a casa.


Una vez que ha pasado el peligro, puedes volver a casa, sin saber cual es el escenario que te vas a encontrar, hasta donde pueden haber llegado los daños y que nivel ha alcanzado la destrucción de tu entorno.

Si el incendio ha respetado tu casa y sigue en pie, te das cuenta de que el entorno se ha convertido en un escenario en blanco y negro, donde las cenizas han sustituido a la vegetación y a la vida que en ella se desarrollaba.

Me quiero detener en este proceso, porque quizás creemos que una vez pasado el peligro, los damnificados volverán a la normalidad. Nada más lejos de la realidad. Para estas personas ahora empiezan procesos que quizás no conocemos y que me gustaría poner en relevancia.

Para algunas de estas personas empezará un proceso de estrés postraumático. Podemos partir de la base de que el ser humano tiene unas capacidades de resiliencia, que nos permiten sobreponernos a la adversidad y adaptarnos a situaciones difíciles. Si bien es cierto que esto es así, no todas las personas cuentan con las habilidades psicológicas, emocionales y sociales que les permitan pasar del trauma a la superación del mismo y a la adaptación. Por lo que encontraremos que algunas de las personas desarrollarán este proceso.

El entorno en el que van a vivir a partir de su vuelta puede reactivar los efectos del trauma, ya que cuando un incendio se extingue y las llamas han desaparecido en su lugar quedan la devastación, las cenizas y el olor ha quemado que se mantendrá durante un tiempo.

A diferencia de otras experiencias traumáticas en las que el evento está limitado a la propia experiencia del pasado, para estas personas el trauma es actualizado en su día a día, ya que van a convivir con la destrucción de su entorno como parte de lo cotidiano. Para ellos es más difícil hacer un punto y a parte y tomar distancia con la experiencia traumática.

Otro de los efectos será lo que se ha dado a llamar salostalgia.

Sentimiento de tristeza y angustia que se experimenta al contemplar los cambios negativos que se han producido en un entorno que sentimos como nuestro.

Sabemos que las personas que viven en los entornos rurales tienen una fuerte conexión con la naturaleza y el entorno natural. Para muchos de ellos el entorno en el que viven forma parte de su identidad, muchos han nacido, crecido y desarrollado en la naturaleza, por lo que tienen vínculos afectivos robustos con el entorno, de alguna forma, el concepto de si mismos es inseparable del entorno en el que han desarrollado sus vidas.

La solastalgia fue un término acuñado en 2003 por Glenn Albrecht, Doctor en sostenibilidad de la universidad de Murdoch (Australia) y que definió como el sentimiento de tristeza y angustia que se experimenta al contemplar los cambios negativos que se han producido en un entorno que sentimos como nuestro.

Las personas que tienen fuertes lazos con el entorno y que, como decíamos antes, se conciben a si mismos a través del entorno natural donde han desarrollado sus vidas, refieren que cuando ven el deterioro de su entorno el sentimiento que experimentan es el mismo que experimentan cuando pierden un ser querido, es decir entran en un proceso de duelo y por tanto se tendrán que enfrentar a todo un proceso emocional que les permita superar la pérdida.

Como vemos dentro de la emergencia de los incendios, la población se enfrenta a muchos desafíos, como la pérdida de su modo de vida, sus casas y el entorno natural en el que se han desarrollado. Sin embargo el malestar psicológico no termina cuando termina la emergencia, muy al contrario, para ellos comienzan nuevos procesos psicológicos que tendrán que enfrentar.