Cuando hablamos de depresión, la podemos definir como un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza principalmente por un episodio de tristeza continuo junto con la pérdida de interés por todas o casi todas las actividades o ámbitos que inicialmente generaban en la persona una predilección.

Sin embargo, no solo se puede identificar la depresión con estos dos síntomas ya que es un estado que afecta a todas las áreas de la vida y por tanto, para poder hablar de un episodio patológico de depresión, existen otros síntomas de la depresión que ayudan a su diagnóstico como pueden ser: la apatía, la pérdida o aumento de peso, la sensación de fatiga o falta de energía, alteraciones en el sueño, pensamientos negativos recurrentes que pueden incluir ideas suicidas, disminución de la concentración, sentimientos de inutilidad, inseguridad o culpabilidad y/o lentitud o agitación motora. En definitiva, existen síntomas que afectan a nivel fisiológico, cognitivo, conductual y emocional que permiten evidenciar que podemos encontrarnos ante un trastorno de depresión.

Tipos de depresión


Una vez descritos estos síntomas más comunes, se podría decir que son aquellos
pertenecientes y con los que podríamos diagnosticar lo que se denomina un trastorno depresivo mayor, pero hoy en día se conocen otros tipos, con características diferenciadoras que se suman a dichos síntomas comunes, como pueden ser (APA, 2013):

  • Trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo: Hace referencia a un
    trastorno depresivo caracterizado principalmente por episodios de ira graves y
    recurrentes.
  • Distimia: Es la conocida "depresión permanente", en la que los síntomas aparecen con una menor intensidad pero se alargan en el tiempo en comparación con el episodio depresivo mayor.
  • Inducido por sustancias: Se trata de un estado patológico en el que el estado de ánimo puede verse afectado por el efecto de alguna sustancia o medicamento, bien por su consumo o abstinencia.
  • Con características psicóticas: Son aquellas alteraciones del estado de ánimo que cursan con delirios y/o alucinaciones.
  • Con inicio en el periparto o depresión postparto: Cuando hablamos de episodios
    depresivos que coinciden en tiempo con el término del embarazo o tras el parto.
  • Con un patrón estacional: Hablamos de depresiones cuyos síntomas se manifiestan en un momento particular del año, como por ejemplo el invierno.
  • En el trastorno bipolar: En esta tipología de trastorno aparecen episodios de depresión alternados con episodios de euforia y exaltación.
  • Síntomas depresivos en trastorno adaptativo: Ante una reacción desadaptativa a un factor de estrés, puede aparecer un estado de ánimo deprimido ante la percepción de la persona de incapacidad para adaptarse a la situación.

Llegados a este punto cabe plantearse, conociendo los síntomas y los diferentes tipos,
¿cuándo sería adecuado visitar a un psicólogo para hacer terapia para la depresión? Lo primero que debe quedar claro, es que ante cualquier sospecha de dificultad a la hora de gestionar una situación, sería buena idea acudir a un profesional que nos oriente en estrategias de afrontamiento, con el fin de evitar que las emociones que se puedan generar como tristeza, incertidumbre, frustración, etc. nos lleven a un trastorno mayor.

Sin embargo, cuando esto va más allá y sí que se vivencian las situaciones con un estado de ánimo deprimido durante un mayor período de tiempo y además, comenzamos a observar que dicho estado interfiere en todos los ámbitos de nuestra vida, es cuando más podríamos necesitar acudir a terapia.

Qué habilidades usará el psicólogo para tratar la depresión

Sabemos que establecer una buena relación terapeuta-paciente es de vital importancia en cuanto al desarrollo de la terapia pero para ello, debemos encontrar un terapeuta que nos escuche activamente sin juzgarnos, con una aceptación incondicional, que sea empático, auténtico, que favorezca la confianza, y sobre todo, que individualice el proceso de terapia a las características sociales, demográficas, de edad, culturales o personales de cada uno, por ejemplo actuando en conjunto con otros profesionales en caso de casos más graves que requieran medicación (Bados y García, 2011).

Tal y como hemos comentado, establecer una adecuada relación terapéutica es imprescindible para la eficacia de la terapia, sin embargo esta relación no solo implica que el terapeuta ponga en marcha todas sus habilidades sino que también ponga a disposición del paciente una serie de estrategias para superar la depresión que permitan a la persona trabajar en la mejora de su estado de ánimo.

Primero de todo, es fundamental una adecuada psicoeducación, es decir, que el paciente comprenda qué es lo que está ocurriendo y cuáles pueden ser sus posibles causas de la depresión, entendidas como factores de riesgo que generan una vulnerabilidad genética, ambiental o psicológica para el desarrollo del trastorno y que han dado lugar al mismo.

A nivel conductual, se busca modificar los comportamientos en dirección a una activación por parte de la persona, tanto a nivel social con la realización de actividades agradables así como con actividades de autocuidado como el deporte, que permitan al paciente prestar un tiempo determinado a la focalización y cuidado de sí mismo.

También, se entrena a la persona en solución de problemas, de modo que se ofrecen estrategias de afrontamiento a diversas situaciones problemáticas con el fin de que la persona se perciba a sí misma como capaz de afrontarlas.

A nivel cognitivo, es decir, en cuanto a los pensamientos negativos que puedan surgir, se entrena en una reestructuración cognitiva que permita llevar a cabo la interpretación de las situaciones de una forma objetiva, dejando a un lado la interpretación negativista de los sucesos que suele caracterizar a este trastorno.

Por último, se ha de realizar una adecuada prevención de recaídas en la que la persona comprenda la necesidad de seguir poniendo en marcha todas estas herramientas y generalizarlas a todos los ámbitos de su vida, con el fin de sentirse capacitada para afrontar los posibles obstáculos que puedan surgir.

En la terapia online, los profesionales están capacitados para poner en marcha todas estas estrategias con el objetivo de conseguir el bienestar que cualquier persona que esté pasando por un proceso de depresión pueda necesitar. 

Referencias bibliográficas:

  • Asociación Estadounidense de Psiquiatría. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5.) (5a ed.). Madrid: Editorial Médica Panamericana. ISBN 978-8-4983-5810-0.
  • Bados, A., y García, E. (2011). Habilidades terapéuticas. Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico, Universidad de Barcelona.