Las causas y factores exactos que desencadenan la aparición de ataques de pánico son desconocidas. Aun así, se sabe que hay una serie de factores de riesgo.
En este apartado exploraremos cuáles son los factores de riesgo más comunes.
Los factores psicológicos puede que sean uno de los factores de riesgo más grandes para sufrir ataques de pánico. Es más, se han descrito diferentes teorías sobre ello.
Las más defendidas, son las siguientes:
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El estrés intenso puede desencadenar ataques de pánico. Por ejemplo, estar experimentando problemas familiares, laborales, financieros o cualquier otro evento estresante puede ser un factor de riesgo.
Al fin y al cabo, cuando una persona experimenta niveles altos de estrés durante un tiempo, se vuelve más susceptible a las respuestas de la ansiedad.
Otro aspecto a tener en cuenta es que la falta de habilidades para poder gestionar estos momentos de estrés también puede derivar en la aparición de un ataque de pánico. En otras palabras, si una persona vive una situación estresante, pero hace técnicas de respiración, relajación, reestructuración cognitiva, etc. reduce mucho las posibilidades de que ocurra un ataque de pánico.
Según el DSM-5 la afectividad negativa (tendencia a experimentar emociones negativas) y la sensibilidad a la ansiedad (creer que los síntomas de ansiedad nos van a hacer daño) están relacionadas con la aparición de los ataques de pánico.
Asimismo, haber experimentado previamente síntomas del ataque de pánico, aunque no hayan cumplido criterios para poder establecer un ataque de pánico como tal, también pueden ser un factor de riesgo para futuros ataques de pánico.
En muchas ocasiones, la persona hace una interpretación exagerada y catastrófica de los cambios físicos a priori inofensivos y los relaciona con amenazas.
Por ejemplo, puede tener una elevación del ritmo cardíaco por un sobresalto y lo interpreta como que su corazón está teniendo un ataque cardíaco, lo que hace que la ansiedad suba y se retroalimente generando que su ritmo cardíaco vaya todavía más rápido.
Algunos estudios han relacionado el desarrollo de ataques de pánico con experiencias traumáticas previas que han producido un fuerte impacto emocional.
Estas experiencias traumáticas pueden haberse dado muchos años antes de la aparición de los ataques de pánico, es decir, pueden haber ocurrido en etapas tempranas como la infancia.
Aunque se desconoce la existencia de cuál o cuáles son los genes responsables de los ataques de pánico, se sabe que los antecedentes familiares pueden estar relacionados con desarrollo del trastorno, por lo que se concluye que puede haber cierta predisposición genética.
En este sentido, diferentes investigaciones han demostrado que las personas que tienen familiares de primer grado con trastorno de pánico tienen mayor riesgo a desarrollarlo (Moller y Tsuang, 1998).
Aun así, también es importante destacar que el trastorno aparece en personas que no tienen antecedentes familiares de trastorno de pánico. Por lo que, sería necesario seguir investigando sobre la relación de los trastornos de la ansiedad y los factores genéticos.
Las personas que tienen redes sociales limitadas (pocas relaciones sociales o poco apoyo social) o con relaciones sociales conflictivas tienen un mayor riesgo de tener ataques de pánico. La presencia de lo siguiente puede contribuir a la aparición:
La falta de contacto con amigos, familiares, compañeros, etc. puede llevar a sentimientos de tristeza y esto aumentar el riesgo de desarrollar ataques de ansiedad. Además, las personas cercanas muchas veces son relevantes para gestionar el estrés. Por ejemplo, un amigo nos puede proporcionar consuelo, consejos, ayuda para gestionar el momento de estrés, etc.
Las discusiones con los demás, el abuso emocional, la comunicación deficiente o poco efectiva, etc. son una gran fuente de estrés y pueden contribuir, por lo tanto, a la aparición de ataques de pánico.
Diversos estudios han relacionado la aparición de ataques de pánico con:
La hiperventilación común en los episodios de ansiedad hace que se concentre mayor proporción de dióxido de carbono en los pulmones.
Esto puede producir síntomas físicos como: mareos, hormigueos, entumecimiento de las extremidades, etc. a su vez estos síntomas pueden contribuir a que el ataque de pánico se intensifique.
La hipoglucemia puede desencadenar respuestas de ansiedad en algunas personas, aunque esta relación todavía se está investigando.
Los neurotransmisores son biomoléculas que transmiten información de una neurona a otra. Estudios han relacionado los ataques de pánico con una disminución de los neurotransmisores que regulan la función calmante del cerebro.
Asimismo, se relaciona con una hiperactividad noradrenérgica que está implicada en la respuesta de lucha o huida que a su vez puede contribuir a la ansiedad.
Los niveles altos de ciertas hormonas tiroideas (como, por ejemplo, la T3 y la T4) han sido asociados con síntomas de ansiedad y pueden, por lo tanto, contribuir a ataques de pánico en algunas personas.
Según el DSM-5 el tabaco y el consumo de otras drogas también son un factor de riesgo para los ataques de pánico.
Escrito por Raquel Rodríguez Cortés, Psicóloga General Sanitaria.